sábado, 22 de octubre de 2011

Aterrizando en Lagos (primer contacto)

Pues allá vamos. Tres semanas después de empezar la aventura inauguramos blog.

Empezamos por el principio que para eso se llama "aterrizando en Lagos". Después de unas 14 horas en diversos aeropuertos y aviones ponemos nuestros pies en tierras africanas, en mi caso, por primera vez. En el vuelo ya empiezas a notar que vas a Nigeria, orondas "mammas" nigerianas embutidas en sus coloridos vestidos, todo con el sonido de fondo (bueno, no de fondo porque hablan bastante alto) de sus conversaciones en un inglés de aquella manera, llamado yoruba.

Aterrizamos de noche, aquí anochece pronto y rápido. Por cierto, ¿cómo puede ser que una ciudad de 18 millones de personas apenas se vean luces desde el avión? Curioso. Te quedas con la pregunta en el aire porque según bajamos del avión la humedad asfixiante te recuerda que sí, que has aterrizado en un país tropical. En el aeropuerto comienza el caos: una cola inmensa que no avanza para enseñar el visado, una masa de gente alrededor de la cinta de las maletas que tardan una eternidad en salir y hombre ofreciéndose para llevarte las maletas. "Bienvenidos a Africa, bienvenidos a Nigeria". Cuidadito con traer todos los papeles en regla, si no todo se arregla con el "deslizamiento de billete" de tu mano a la mano del operador del aeropuerto de turno para que haga la vista gorda.

Cuando salimos me pareció que el mundo se había vuelto negro, literalmente no había ni una sola luz. Por supuesto aquí no se cogen taxis, vino a esperarnos el chofer de la Oficina Comercial. Siguiente pregunta al aire: ¿por qué casi no puedo abrir la puerta del todoterreno? Esta tiene respuesta sencilla: "es que al eropuerto venimos con coche blindado", "ah vale, ahora me quedo más tranquila". El camino hasta Victoria Island (que es la zona donde vivimos) fue en la más abosulta oscuridad. Luego me enteré que casi mejor, porque así no ves por donde vas y no te asustas mucho si es la primera vez que aterrizas en Nigeria.

Después de cenar con el Consejero y el Agregado, que te dan unos primeros apuntes sobre la vida en Lagos, nos llevaron a casa. Como no funcionaban la mitad de las bombillas no fuimos capaces de apreciar lo grande y luminoso que es el duplex en el que vivimos. Nos habían hecho la mudanza así que ya teníamos los muebles colocados cuando llegamos. Sólo quería ducharme, enceder el aire acondicionado poner las sábanas y a dormir, que llevaba demasiadas horas despiertas. Y ese fue mi momento de mayor agobio desde que llegué a Nigeria. Todo estaba sucísimo, incluida la bañera en la que pensaba quitarme esa sensación de humedad de la piel. La verdad es que no dormí mucho, así que agradecí que llegara el día y que nos vinieran a buscar para ir a la Oficina.

Creo que al ver todo a la luz del día me pareció distinto ¡eso es otra cosa!. Desde entonces he ido descubriendo que Lagos no es tan horrible como pensé aquella primera noche. El trabajo está muy bien y los expatriados son muy acogedores y te ayudan en el proceso de instalación todo lo que pueden. Ahora que mi casa está limpia, funcionan las luces, las tuberías, y la lavadora que nos la arreglan el lunes, me parece que tenemos mucha suerta de vivir en esta zona de Lagos y en una casa como esta. No nos podemos quejar.

Por hoy ya es suficiente, ya os iré contando más cosas de mi vida por aquí, que esta entrada sólo se llamaba "aterrizando en Lagos".